La Deuda Privada sucede cuando instituciones no bancarias otorgan créditos a empresas privadas o compran dichos préstamos en el mercado secundario (donde inversores compran y venden activos financieros entre sí). Las inversiones en este tipo de activo suelen usarse para financiar el crecimiento empresarial, proporcionar capital de trabajo, entre otros.
Dentro de los portafolios, ha tenido un rol fundamental en la generación estable de ingresos y de eso queremos hablarte hoy. ¿Cómo puede la Deuda Privada ayudarte a generar rendimientos sólidos?
En primer lugar, este activo en tu cartera permite la diversificación porque no se comporta igual que otro tipo de activos ya que no está sujeto a la volatilidad de los mercados públicos. Por otra parte, dada a su exposición a las tasas flotantes, la Deuda Privada tiene baja sensibilidad al riesgo de tasas de interés, otorgando protección en escenarios de volatilidad.
Se genera una protección a la baja, entendida como la salvaguarda y protección de procesos para gestionar situaciones complejas o posibles defaults. Por tanto, hay una especial atención al proceso de debida diligencia, garantías y acuerdos.
Otro argumento a favor de la Deuda Privada es que otorga mejores retornos que los mercados públicos. ¿Por qué? Porque tiene compensación a la iliquidez, la menor proporción entre defaults y pérdidas, supervisión de la empresa y otras medidas de protección.
Entonces, el flujo de caja asociado al pago de intereses por parte de empresas que se dan de forma constante, se traduce en una generación de ingresos estable para los inversionistas.
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