Tendemos a pensar que todo tipo de deuda es negativa, pero la verdad es que hay algunas que te pueden ayudar a mejorar tu calidad de vida y proyectar mejoras significativas. Por eso hoy queremos contarte qué implican los distintos tipos de deuda y cómo proyectar tus gastos.

Las buenas deudas son aquellas que se convierten en una inversión para tu futuro. Por ejemplo, una deuda en educación, ya sea de pregrado o posgrado para que puedas formar una carrera profesional y lograr las especializaciones que te permitirán crecer laboralmente es una opción de endeudamiento que a la larga, otorga beneficios. Permite mayor competitividad en la búsqueda de trabajo y permite aspirar a mejores puestos.

Otra buena deuda es aquella que te permite invertir para comprar un terreno o propiedad, como un crédito hipotecario. Esta inversión es la que permite que en un futuro tengas un insumo ya sea para vender o para vivir, pero aumentar el patrimonio genera beneficios directos al futuro.

Por otro lado, las malas deudas son aquellas que se presentan para un gasto en el corto plazo y no generan grandes ganancias a futuro. Por ejemplo, pedir un crédito de consumo no es una deuda factible para cuidar tus ingresos ni proyectar tu futuro financiero, porque los intereses son altos y los bienes adquiridos, por lo general no son de alta durabilidad.

Otra mala deuda son las tarjetas de crédito. Se consideran solo como consumo y gastos, no como activos. Además, el cupo de la tarjeta va creciendo a medida que el banco o casa comercial considera una trayectoria de pago razonable, lo que puede ser peligroso para quien le cueste medir el uso de la tarjeta y genera una “bola de nieve financiera”.

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